Docencia innata

Durante toda la vida uno adquiere conocimiento. El conocimiento adquirido mediante diferentes formas, estudio, experiencias, razonamiento, nos va formando como personas. Durante toda la vida seguimos aprendiendo cosas nuevas. Sino, uno debería considerablemente cambiar a la próxima vida.

¿Para qué nos es útil el conocimiento?
Para desenvolvernos en el día a día, nos permite conseguir un empleo, insertarnos en la sociedad, etc. Sin embargo lo más importante del conocimiento es que fluya, que no quede estanco en una mente, en un individuo. La forma de preservar y delegar este precioso concepto es mediante la enseñanza.


Disfruto enseñar, disfruto ser docente. Poder explicar a otro ser cuestiones que me apasionan y me resultan inmensamente interesantes. Inmiscuir en mi universo, abrir mentes, compartir experiencias. Ser docente es algo que te viene de adentro. Te reconforta, te da satisfacción.
Es un idea y vuelta entre el enseñante y el enseñado, que paradójicamente genera un flujo de conocimiento mutuo, no es unidireccional el asunto. Uno aprende enseñando, exige y es exigido, aprende sus límites y el límite de los demás. Juega, improvisa, innova. Agrega su toque especial. Expresa, de una forma muy particular pero está sacando a fuera parte de sí. Gesticula, involucra. Aburre, hincha.

No todo el mundo es docente, eso se trae de la cuna.

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